
¿Temor de Dios?
El miedo es una emoción que acompaña a la conciencia de un peligro, de una amenaza.
Sinónimos: miedo, espanto, espanto, espanto, terror.
Tantas palabras para calificar la actitud de ciertos sacerdotes de la FSSPX este último domingo pero también durante este hora coronavirus dirigida por el gobierno y los enemigos de Dios.
En la definición de miedo, hay 'conciencia de un peligro'. ¿Cuál es este peligro, si es que existe? ¿Será el de las autoridades quien perturbe ? En 1977, el padre Coache y el obispo Ducaud-Bourget tenían miedo del obispo Marty y la ciudad de París hacerse cargo de la iglesia de Saint-Nicolas du Chardonnet para devolver este hermoso edificio al culto divino?
En 2020, los sacerdotes fueron cobardes durante este período, bueno, no todos. Algunos mostraron gran valor al desafiar todas las prohibiciones y llevar consigo los sacramentos.
Dios mío danos sacerdotes.
Pero hoy que las masas vuelven a ser accesibles al público, nos vemos obligados a amordazarnos con una máscara.
¿Es vigilancia? durante una misa El pasado domingo en St-Nicolas, 24 de mayo, una furia se escandalizó al ver a una señora. ¿No tenía esto un ¿mantilla? No, ella no tenía máscara ! Su reacción hizo tanto ruido que esta feligresa tuvo que salir y no pudo seguir su misa dominical. Ningún sacerdote acudió en su ayuda.
Dios mío danos sacerdotes.
Estos pobres sacerdotes se han caído de cabeza , son como en esta tira cómica gala, tienen miedo de que el cielo se les caiga encima.
¿Otro ejemplo? Un sacerdote de la FSSPX también, ese mismo domingo 24 de mayo, celebró Misa con bozal. La misa se celebró al aire libre. El miedo al ridículo ya no mata...
Dios mío danos sacerdotes.
¿Dónde está la fe en estas acciones? estos sacerdotes se asemejan a los apóstoles antes de Pentecostés. No están encerrados en el Cenáculo, pero están amurallados en su miedo. ellos no viven por el don del temor de Dios , están encerrados en el temor servil, el del perro frente a su amo...
Dios mío danos sacerdotes. ¡Y que estos sacerdotes son hombres!
¡Oremos para que la gran fiesta de Pentecostés quite este miedo y que todos vayan y prediquen la buena palabra! ¡Todos alaben a Nuestro Señor Jesucristo, Gran Rey de Reyes!
¡Que nuestros sacerdotes abran sus iglesias de par en par!
Que caminen por las calles como Nuestro Señor durante sus tres años de vida pública.
Que sean dignos de su librea y de su sacerdocio.
Que suban al altar diciendo de todo corazón estas palabras:
“ Introibo ad altare Dei ” y todos responderemos a coro:
“ Ad Deum qui laetificat juventutem meam. »
¡Que el miedo desaparezca y dé paso a la valentía!
Martín Dalbanne
28 de mayo de 2020