El denario del culto
¿Cómo ayudarnos en este tiempo de Cuaresma?
En primer lugar, este deber se deriva de:
Palabras de Nuestro Señor a sus Apóstoles cuando les confió la misión de evangelizar: "No toméis oro, ni plata, ni calderilla en vuestros cinturones, ni alforja para el camino, ni túnicas, ni zapatos, ni bastón, porque el obrero merece su salario" (Mt. 10, 9-10).
De las palabras de San Pablo a los Corintios: "¿No sabéis que los que cumplen las funciones sagradas viven del templo y los que sirven en el altar tienen parte en el altar? Asimismo, el Señor ha mandado a los que proclaman el Evangelio que vivan del Evangelio" (1 Co 9, 13 - 14).
De la naturaleza de las cosas. Puesto que los sacerdotes son ministros del Señor y ejercen sus funciones en nombre del pueblo, el pueblo debe proveer para ellos. Así como los ciudadanos de un Estado deben sufragar los gastos públicos mediante el pago de impuestos, así los fieles están obligados a sufragar los gastos del culto.
La manera de lograr este deber del negador del culto podía cambiar según los tiempos y lugares.
En los primeros siglos de la Iglesia, los fieles se absolvían de ella mediante ofrendas voluntarias. Esta práctica fue abolida por la ley del diezmo y la institución de los beneficios eclesiásticos que permitían a la Iglesia, entre otras cosas, fundar todas las obras de misericordia temporales (hospicios, orfanatos, etc.). A su vez, el diezmo fue suprimido por la Revolución Francesa de 1789, que también confiscó los bienes e ingresos de la Iglesia. El Concordato de 1802 reconoció la deuda de la Nación, y el Estado se comprometió a saldarla derramando una bonificación anual con el clero, obispos y sacerdotes adscritos al servicio de las parroquias.
Por la Ley de Separación de la Iglesia y el Estado, en 1905 y 1908, el gobierno negó la deuda de la nación, e incluso despojó a las iglesias de sus propiedades y sus cimientos. San Pío X, desconsolado, prefirió una Iglesia de Francia pobre a una Iglesia rica, pero dominada por el gobierno, que quería hacer de ella una Iglesia nacional, separada de la Sede Romana.
La negación del culto, por lo tanto, permite a los sacerdotes cumplir su misión espiritual con los fieles. Es por eso que, "todos los fieles están obligados en conciencia a contribuir a los gastos del culto, en proporción a sus recursos".
La Asociación 'Con la ayuda de San José' (AASJ) puede enviarle un recibo de impuestos si lo solicita.
AASJ - 28 rue du Trosy – 92140 – CLAMART
Posibilidad de dar sus donaciones a través del sitio :